jueves, 15 de septiembre de 2011

Vivencias de un martes 13


Un martes 13 por la mañana estaba sentado frente a la computadora a punto de escribir sobre las estrellas amarillas. Esas que cada vez son más abundantes en las rutas argentinas y que nos recuerdan muertes que tal vez se podrían haber evitado si, en vez de destinar miles de millones de dólares en darle el gusto a ese grupo de primas donnas de los gremios de Aerolíneas, se hubieran usado para construir autopistas y mejorar el sistema ferroviario para sacar tantos camiones de la ruta.
Mientras los pilotos discuten si deben afiliarse a APLA o UALA,
 cada vez más gente muere en rutas viejas angostas, saturadas y sin inversión
No podía concentrarme pues el ruido de sirenas era cada vez mayor. Justo me preguntaba qué podía estar pasado cuando escucho en la radio que un tren había arrollado a un ómnibus de la línea 92. Como vivo a tres cuadras del lugar salí corriendo a ver.

El panorama era dantesco, el tren parecía una víbora retorciéndose de una vía a la otra, las ambulancias llegaban y al toque salían cargadas de gente herida, los comentarios se multiplicaban entre los curiosos que se acercaban: que el colectivero cruzó sin mirar, que la barrera estaba trabada con un palo…decidí marcharme, pues en esas situaciones quien no colabora estorba. Di media vuelta y antes de irme miré una vez más el cartel del gobierno nacional que desde hace un año orgullosamente anuncia el soterramiento de las vías del Sarmiento.

Volví a casa y prendí la radio. Schoklender hablaba con Chiche Gelblung de los sueños compartidos. Parecía algo surrealista que fuera él quien estuviera escribiendo un nuevo capítulo de “Robo para la Corona”, mientras que Vebitsky en vez de denunciar la corrupción del gobierno se dedicara a ocultarla. Mientras tanto Aníbal Fernández decía que había que estar loco para creerle a Schoklender y yo pensaba que había que estar mucho más loco para haberle dejado manejar cientos de millones de pesos de los contribuyentes.

Promediando la mañana los heridos por el accidente ya se contaban por cientos y empezaban a agregarse algunos muertos al conteo. Lubertino, tras quemarse las pocas neuronas que le quedan buscando alguna forma de pegarle a Macri, decidió salir a defender al gobierno nacional es el único que está avanzando con las obras de soterramiento. Y bueno, si considera que poner un cartel ya es un avance, quién es uno para contradecirla.
El credo kirchnerista señala que la buena obra pública es la que se anuncia,
pero mucho mejor es la que se anuncia y no se hace.
Partí rumbo al centro. El barrio era un caos, las calles que no habían sido cerradas estaban atiborradas de vehículos, los conductores no sabían para que lado seguir. Desistí de usar el coche y caminé tomar el subte. Afortunadamente los choferes no sufrían de tendinitis y pude viajar.

Llegué a destino. Allí me esperaba una combi del Servicio Penitenciario Federal para llevarnos a Ezeiza a una visita de estudio en la Unidad 3 de mujeres. Subí mientras me preguntaba si era un buen día para visitar un penal.

La vida en la cárcel es algo que no recomiendo a nadie, pero algo debe estar sucediendo para que, tal como nos confesaran algunas de las internas, haya gente que vuelva a delinquir para poder regresar al penal. Unas decían que es porque las cosas están duras “allá afuera”, otra aseguraba que el salario (“peculio” le llaman) que cobraba por trabajar en los talleres era mayor que lo que podía sacar en un trabajo “legal”. La socióloga nos confirmó que era cada vez mayor la cantidad de reincidentes alojadas en el penal y una de las encargadas de pabellón nos comentó que gran parte de las reclusas habían sido condenadas por hurtar comida.

Camino de vuelta nos enteramos que habían absuelto a Carlos Menem y al resto de los acusados por el contrabando de armas a Croacia. De antiguo se ha simbolizado a la justicia con una balanza que representa la medición a través de la cual se da a cada uno lo que es justo y necesario. Pero resulta difícil hallar algo de coherencia en una concepción de justicia que condena el hurto por hambre mientras que absuelve a un político ahora aliado con el gobierno. Y no ayuda saber que justo unos días antes del dictado de la sentencia dos de los tres jueces del tribunal fueron propuestos por la presidente para ocupar definitivamente los lugares que ahora subrogan. Un fallo que suena a agradecimiento.

Menem sonríe satisfecho. La impunidad como obra póstuma de su gobierno.
Regresé a casa. A lo lejos se veían las luces de la grúa que trataba de sacar los vagones accidentados. Habían pasado 13 horas, y la cuenta ascendía a 11 muertos y 212 heridos. Por la tele pasaban una y otra vez el video del accidente.

El martes 13 llegaba a su fin. O no.

3 comentarios:

  1. Muy bueno! Y fue similar a las cosas que yo sentí y viví ese día (bah, y casi cualquier otro, en realidad). Lo de las cárceles es todo un síntoma de la Argentina actual: los que tienen "recursos", siempre quieren salir para volver a amasar pequeñas fortunas e irreparables muertes; pero los que no, prefieren quedar adentro por cualquier delito para poder comer.

    Lo de Flores es un caso muestra del kirchnerismo. Siempre que pasé por esa barrera inmediatamente buscaba el cartel que dejaba en claro la ineficiencia y las mentiras gubernamentales. Pero tenés que mirar el lado bueno: esos dos días en que el Sarmiento estuvo fuera de servicio, Flores se vació de chorros (supongo que lo habrás notado). Muy raro ver sólo gente trabajadora, sin "paquitos" exaltados tratando de rapiñar lo que venga. Encima después chocó el Premetro con un 76 (el que los lleva hasta "el bajo" para reducir lo robado y cambiarlo por droga). Por un par de días, les cortaron las piernas.

    El martes 13 ya lleva unos 7 años, y amenaza con seguir entre nosotros por 4 más. El miércoles 14 se hace desear, pero nunca llega...

    Saludos!
    PLPLE

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  2. PLPLE: Sabés que es verdad?, en esos días sentí una cierta tranquilidad pero no podía saber a que se debía.

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  3. Leyendo tu blog ( supuse que si en twiter me gusta leerte, acá sería también grato hacerlo) y esta entrada , con la imagen del cartel de soterramiento del Sarmiento, lo dantesco del accidente (que si bien recordaba no recordaba detalle y menos recordaba que era el Sarmiento sinceramente) es una prueba irrefutable de la CORRUPCION de ayer y de hoy de este gobierno. Crónica de una muerte anunciada las 52 víctimas de Once. Las vivencias de ese día, fueron en su conjunto desalentadoras, para vos. y leyendolas para todos.
    Buenísimo tu blog

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